Las máquinas están empezando a sustituir a las personas en el mercado laboral de manera masiva y este peligro aumenta con el paso de los años. Es una situación que perjudica a todos los países, pero España es uno de los más afectados. Hasta el 21% de los empleos están en riesgo de automatización, un porcentaje solo superado por Grecia, Eslovenia y Eslovaquia.
La OCDE, en su informe Perspectivas de empleo de la OCDE 2019, muestra un tono optimista en sus predicciones. Se automatizan unos puestos de trabajo, pero otros nacerán que equilibrarán la situación. Dicho así, las personas que trabajamos parecemos simples cartas de una baraja para el mercado laboral: unas se roban y otras se descartan, pero el número total no varía. La cuestión es que los mismos trabajadores que se quedan sin empleo constituyan una parte importante de las nuevas vacantes. Aquí entra en juego la precariedad laboral que está directamente relacionada con la posibilidad de formarse y prepararse adecuadamente. La OCDE recomienda a los países elaborar estrategias eficientes contra el empleo precario para tratar de prevenir una debacle en sus mercados laborales.
La automatización avanza cada año
Todos los países de la OCDE sufren las consecuencias de la automatización indiscriminada de puestos de trabajo. Sin embargo, los hay con un pronóstico muy esperanzador, como Noruega, que refleja un riesgo de tan solo el 6% del empleo actual. Para la media de países de la OCDE, que son 36, el riesgo se cifra en el 14% de los puestos de trabajo. España sería uno de los países con el porcentaje más alto de riesgo, el 21%, tal como se ha mencionado al principio.
Pero no solo se trata de los puestos que desaparecerán, sino también de los que cambiarán tanto que las mismas personas que ahora los desarrollan no podrán hacerlo en un futuro. Tal como lo dice la OCDE, son los que sufrirán “una transformación radical por el avance de la tecnología”. En este caso se encuentra el 32% del empleo.
Prepararse ante la automatización
Ninguna de las medidas que propone la OCDE está encaminada a poner un freno a la automatización de las actividades. En principio, el crecimiento desmedido de las empresas no entra en cuestionamiento. Este organismo en lo que ha hecho especial hincapié es en las condiciones laborales de las personas que trabajan, ya sean autónomas o asalariadas.
Entre las que trabajan por cuenta ajena, el principal factor de alarma es la temporalidad, donde España destaca nuevamente por ser uno de los 36 países que más la sufren. Quienes están sujetos a contratos temporales tienen muchas menos oportunidades de que sus empresas los formen. (Dentro de esta formación se supone que entra la relacionada con el avance tecnológico). Sucede solo en el 42% de los casos, mientras que hasta el 56% de los contratados indefinidamente participan en alguna actividad formativa al año.
Para quienes trabajan por cuenta propia, la situación se agrava. Solo el 32% recibe formación durante el año. La cuestión es que hay un número demasiado elevado de autónomos que dependen de un solo cliente. Este tipo de trabajadores podrían ser falsos autónomos, sobre todo si no tienen la condición de TRADE. La OCDE advierte a España que debe tratar de paliar la temporalidad y los falsos autónomos para prevenir el riesgo de automatización. Por otro lado, alaba que haya iniciado el camino con medidas como una mayor actividad de la Inspección de Trabajo.
La OCDE habla de la brecha entre la población que va a poder encontrar trabajo en el futuro y la que no. Estos últimos serán los que no han conseguido una preparación adecuada para asumir las nuevas actividades. Si no se toman medidas, se corre el riesgo de que esta brecha sea cada vez más pronunciada.